viernes, 13 de septiembre de 2013

Vidalín presentó un proyecto de ley para designar al Puente sobre el arroyo Agua Sucia en la ruta 6, contiguo a Sarandi del Yi con el nombre de Fernan Silva Valdes

Con el presente proyecto de ley se concluye la presentación de una serie de tres iniciativas a fin de designar a los tres puentes que rodean para su ingreso a Sarandí del Yí con los nombres de insignes poetas nativistas que eligieron radicarse en esa ciudad rodeada de montes naturales y bañada por las aguas del río Yí y de los arroyos Malbajar y Agua Sucia.

Fernán Silva Valdés nació en Montevideo, en la calle Colón el 15 de octubre de 1887. Es hijo de Fernando Silva Antuña, escribano de Sarandi del Yi y de María Valdés. Su primera infancia transcurre en Sarandi del Yí, donde comienza a educarse y observar la vida rural de fines del siglo XIX y el alba del siglo XX.
Criado en el campo, relató en reiteradas oportunidades que el “Martin Fierro” y “Fausto”, eran los libros que llevaba en el “recado” de su caballo; y que ya mayor lo atraían vivamente las actividades del campo, en las estancias, donde se sentía inmerso en su medio natural.

Aún niño, pasó a vivir con sus padres a la capital, a una quinta materna en la calle Maturana, donde transcurrió el resto de su infancia y parte de su juventud.
En la pequeña escuela de la capilla Maturana, cursó estudios primarios con el maestro Camilo Ros. Luego asistió a la pública hasta 5º año; dio examen de ingreso e inició la enseñanza media.

El poeta en un reportaje expresó: “Yo hubiera querido ser un gaucho y no un hombre de ciudad. Tengo en mis venas sangre criolla. Soy autóctono puro. Mis abuelos, de una y otra rama, fueron criollos y gauchos. Cuando fui creciendo, y ya hombre, concurría a las estancias atraído por el espectáculo de los trabajos de campo. Ahí me sentía, por influjo atávico, en mi medio”.
Silva Valdés inició su producción literaria en el año 1913, publicando un pequeño libro de poemas que tituló “Ánforas de barro”; el cual fue seguido en 1917 con “Humo de Incienso”. Ambos respondían al estilo todavía predominante del modernismo.

En 1921 publicó “Agua del Tiempo”, inaugurando su poesía nativista, que habría de continuar en “Poemas nativos” y alcanzar su máxima expresión en “Intemperie”. La poesía de Silva Valdés produjo a partir de 1921 un tipo de poesía alusiva a los motivos tradicionales gauchescos, pero sin incurrir en un persistente y exagerado empleo del lenguaje gauchesco. Su poesía se distingue de la típica poesía gauchesca, en que es un gaucho mismo quien le expresa o se hacen relatos directamente descriptivos de las actividades propias de los gauchos.

Su poesía, a pesar, de su in dudable tonalidad y temática nativa, se presenta como la obra de un hombre culto y refinado; y no como la expresión del rudo hombre de campo casi siempre analfabeto, que expone lo más primario de sus sentimientos.

Otras obras destacables del autor son “Romancero del Sur” y “Romances Chúcaros”, en que en forma similar a como los antiguos relatos versificados del romancero castellano contaban la vida y hazañas de antiguos caballeros y cruzados, relata circunstancias de la vida criolla y presenta la estampa de sus caudillos.
La obra poética de Fernán Silva Valdés – con todo el mérito y el valor literario que in dudablemente encierra – en gran medida se detiene en un pintoresco localismo, que no le lleva a penetrar en la problemática espiritual más universal del hombre de todos los lugares y de todos los tiempos; por lo que resulta excesivamente regionalista y referida a un tradicionalismo que evoca a una sociedad con rasgos marcados.

Su producción literaria abarcó los tres géneros tradicionales: verso, prosa y teatro. Sin embargo se destacó en el verso, donde su personalidad se manifestó más cabalmente y con mayor originalidad.
Alberto Zum Felde se vio vislumbrado, tempranamente por los valores de su poesía y expresó al respecto: “Acaso la cualidad más específica de la poesía de Silva Valdés sea el carácter, el decir, el colorido propio, el rasgo genuino”.

En 1924 contrajo matrimonio con Tulia Pérez Gambin.
Asimismo, Silva Valdés frecuentó en su obra poética temas de origen urbano, aunque siempre predominen los de estirpe campera. Sus imágenes urbanas propias del lugar y la época, en que aparecen elementos típicamente rioplatenses como marco de los temas y tipos de personas de que trata.
En su libro “Agua de Tiempo” aparecen poemas que presentan motivos arrabaleros como “El Tango”, “La Giradora”, “La Cicatriz” y “Cabaret Criollo”.

Además incursionó repetidas veces en la composición de letras de tango y de otras formas musicales rioplatenses; utilizando en algunas oportunidades el seudónimo de “Juan Corrales”. En 1928 alcanzó conocimiento público como letrista, con la canción “Margarita Punzó”, musicalizada por Gerardo Matos Rodríguez, que fuera grabada en disco por el entonces afamado dúo Magaldi-Noda.
También escribe “Agua Florida” con música de Ramón Collazo y que alcanzara gran éxito en la versión cantada por el uruguayo Alberto Vila. En 1929, escribe “Clavel del Aire”, musicalizada por Juan de Dios Filiberto.

Carlos Gardel apreciaba especialmente la cualidad de Silva Valdés como letrista. Fue él quien en 1931 estrenó “Ponchito de Vicuña” musicalizada por su compañero de dúo José Razzano; y en su última visita a Montevideo, poco tiempo antes de su muerte, había pedido a un pianista que musicalizara el poema “Mate Amargo”, de Silva Valdés.

Su intensa actividad y gran prestigio como autor musical uruguayo, llevó a Silva Valdés a participar frecuentemente en la dirección de la Asociación General de Autores del Uruguay, de la cual fue varias veces Presidente.

En abril de 1952, la Comedia Nacional le estrena el drama “Santos Vega” en el Teatro Solís.
También escribió varias obras para niños, en 1930 “Poesías y leyendas para niños”, “Ronda Catonga” en 1941 y “Corralito”, en 1944.

Fue miembro de la Comisión Nacional de Bellas Artes, de la Sociedad Hispánica de América, de la Comisión Nacional de Cooperación Intelectual y de la Academia Nacional de Letras, a la cual ingresó en 1943 como académico de número: el 12 de agosto de 1969 se le nombró académico de honor.
En el año 1966, la Colección Clásicos del Uruguay editada por el Estado uruguayo, publicó una muy completa antología de su obra.

En 1972, le fue discernido el Gran Premio Nacional de Literatura.
Falleció en Montevideo el 10 de enero de 1975 a la edad de ochenta y ocho años.

Al igual que Elías Regules, en un poema plasma toda su devoción por la tierra indígena que le engendró, titulándola “Romance de mi infancia”, la que en el primer párrafo reza: “Pueblo Sarandi del Yí/ acollarado a mi infancia / en tu borroso recuerdo / tengo, patente, mi casa: / un caserón primitivo / con sus tejas coloradas / atado por un sendero / al gran árbol de la plaza”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario