Señor Presidenta:
Lamentamos profundamente que no se haya podido contemplar
las aspiraciones de los docentes de nuestro país.
Cuando hablamos de Educación, no debemos utilizar la
palabra gasto, sino al contrario cuando se habla de educación se debe utilizar siempre
el término: INVERSION.
Reconocemos que ha existido una mayor inversión en los
últimos años con destino a la educación, pero que la misma ha sido mal utilizada
ya que las escuelas y liceos se encuentran en malas condiciones, que las
partidas para alimentación a veces no alcanzan y, por eso entendemos que hubiera
sido menester profundizar el diálogo, agudizar el intelecto y buscar recursos
que quizás no fueran tan necesarios de aplicar en otros programas.
Lamentablemente, al dejar de lado recursos para la
enseñanza retrocedemos y abandonamos aquel modelo de espejo educativo que
teníamos para nuestra América y el mundo.
Nuestra enseñanza, se distinguió a lo largo de los
tiempos por su contenido profundamente humano y un sentir integral y armónico
que llegaba a todos los ciudadanos sin distinción de clase.
Consideramos negativo que no se realice el esfuerzo
destinando más recursos a la educación, con esta actitud estamos olvidando a los más desprotegidos, a
aquellos que no tienen posibilidades de acceso a la educación privada.
A esa educación integral que siempre tuvimos y a la
que debemos defender, esa educación que se ha sostenido en aspectos
fundamentales: su educación e instrucción física; su educación e instrucción
espiritual, es decir un complejo de acciones que comprende lo más noble que el
hombre debería tener y más, en estos tiempos de pérdida de valores e
inseguridad que divide a nuestra sociedad en cuanto a acciones a adoptar hacia
nuestros niños y jóvenes.
Es la educación, Señora Presidenta, un instrumento
indispensable para que nuestra sociedad crezca con tolerancia, honestidad y
comprensión.
Somos de los que valoramos la tarea de nuestros
docentes, que no se reduce solo a instruir o enseñar, sino que Educa, con
mayuscula. Somos de los que valoramos la acción y preocupación de nuestros
docentes, no solo en la formación y desarrollo del intelecto de sus educandos
sino que los hemos visto siempre dispuestos a actuar sobre el alma de sus
alumnos tratando de formar hombres justos y prudentes.
Tenemos la ilusión, la esperanza que en el Senado de
la República éste tema pueda reconsiderarse y que exista un diálogo apolítico y
positivo que no mida fuerzas entre gobierno y oposición, sino que permita que
juntos seamos capaces de alcanzar los objetivos que permitan un desarrollo
intelectual y moral de nuestra sociedad con la recuperación de valores que han
sido inherentes a nuestra condición de orientales.
Y esos valores están en manos de nuestros docentes, en
quien creemos y valoramos, por eso apostamos a un dialogo positivo y que
encuentre soluciones para la Educación.
Muchas gracias.
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